Homilía de fr. Benedikt Robert Hajas, OP

Homilía del 6 de Agosto 2022
Fiesta de la Transfiguración del Señor

La palabra de Dios que acabamos de escuchar nos introduce en el misterio de la fiesta de hoy. La visión que tiene Daniel en su sueño está relacionada con el juicio del capítulo 7, del que sólo hemos leído algunos fragmentos. Hay un juicio sobre los reinos que perseguían cruelmente a los judíos en la época del profeta a causa de su fe en el único Dios. El juez es el juez Antiguo, Dios, el rey justo y soberano. El fundamento de su trono es la justicia. Sólo su reino perdurará; es eterno. En la segunda parte de la visión de Daniel, la figura mesiánica del Hijo del Hombre viene sobre las nubes, y Dios el Rey le da plena autoridad sobre el reino eterno y sobre toda la humanidad.

En los Evangelios, Jesús utiliza este título mesiánico, Hijo del Hombre. En Lucas se escucha en lo que precede al pasaje de hoy, en el contexto de la confesión de Pedro. Anteayer leímos el relato de Mateo sobre este acontecimiento: “Tú eres el Cristo, el hijo de Dios vivo”. Jesús predice entonces por primera vez su muerte y resurrección: “Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas y sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y que sea muerto y resucite al tercer día” (Lc 9,22).

La visión que tienen los apóstoles en la transfiguración de Jesús les revela su gloria, la gloria del Hijo de Dios, para que puedan entrar en la oscuridad de su sufrimiento y muerte (Lc 23,44). “Las nubes y las tinieblas lo rodean, la justicia y el derecho son el fundamento de su trono” (Sal 97,1-2). El trono de Jesús es la cruz: esta es la justicia y el juicio que trae. “Este es mi Hijo elegido, escuchadle”. La voz desde la nube/el cielo confirma la visión de la gloria de Jesús, así como su filiación divina de la que vamos a ser coherederos.

Más que Marcos y Mateo, San Lucas destaca las figuras de Moisés y Elías y su conversación con Jesús. La conversación versa sobre la partida de Jesús, el éxodo que está a punto de producirse en Jerusalén. El “éxodo” de Jesús está vinculado a su gloria divina en la que va a entrar a través del sufrimiento y la muerte (Lucas 24,26). Moisés y Elías son los principales testigos en la Transfiguración de Jesús, representando la Torah, la Ley y todos los profetas. Son testigos de que Jesús es el verdadero Mesías y el verdadero Hijo de Dios. Y Dios lo confirma con sus propias palabras que llaman a los apóstoles a escuchar a su Hijo. Deben ser testigos de Cristo.

Jesús los llevó a la montaña con este propósito, fue su propia iniciativa y elección, no la de ellos. Él necesita a los testigos. Aunque le fallen; incluso le traicionarán. Jesús necesita testigos, para su Iglesia, y para nosotros. Pero, ¿por qué estos testigos? Tal vez por lo que le han dado: el don de sus vidas. Cuando los llamó, lo dejaron todo incondicionalmente y lo siguieron sin pedir nada a cambio. El testigo de Cristo es alguien que -como él- está dispuesto a darlo todo por el Evangelio, alguien que busca a Dios por encima de todo y el resto se le da en abundancia. Santo Domingo, cuyo Dies natalis conmemoramos este mismo día, es un ejemplo de tal discípulo y apóstol de la Palabra. Lo dio todo y el Señor lo “transformó”, lo hizo participar de su gloria. Que también nosotros, por su intercesión, seamos testigos fieles de la Buena Nueva de la salvación, nos transformemos a imagen de Cristo y seamos coherederos de la gloria de su resurrección.

Fr. Benedikt Robert Hajas, OP

Left / Button

Datos de Contacto

 Piazza Pietro d'Illiria, 1 | 00153 Roma | Italy

 info@curia.op.org

 +39.06.579401

Red social

Right / Button