Por toda una vida de entrega, Te Deum laudamos

Sor María Cinta y la fundación del Monasterio de la Inmaculada Concepción

Hoy que la vida se torna más preciada que nunca, tenemos la dicha de compartir con la Familia Dominicana un breve testimonio de los 100 años de vida de nuestra querida Madre María Cinta Rocher Tallada, O.P.

Sor María Cinta nació el 6 de noviembre de 1920 en Tortosa, Tarragona-España, en el seno de una familia profundamente cristiana, la segunda de cinco hermanos.

Desde pequeña dio muestras de tener un carácter vivaz, muy sensible a todo lo relacionado con la fe. Cursó los estudios primarios y secundarios en el Instituto de las Hermanas Teresianas. Se graduó en la carrera de Filosofía y Letras, siendo que los estudios universitarios no eran frecuentes en las mujeres de su tiempo.

En plena adolescencia, a los 16 años le tocó afrontar junto a su familia una de las pruebas más duras: la Guerra Civil Española (1936-1939). En ese tiempo trabajó como maestra. A nosotras siempre nos repetía “que entre los males del mundo el peor y más terrible es el de la guerra”.  

Emprendió su discernimiento vocacional con un fraile dominico. Ingresó como postulante en el Monasterio Santa Catalina de Siena de Valencia el día 4 de agosto de 1945, solemnidad de Ntro. Padre Santo Domingo en aquella época. Tomó el hábito el día 5 de febrero de 1946. En la fiesta de Ntra. Sra. de Lourdes de 1947 hizo su primera profesión, y en 1950 la profesión solemne.

Dos años después comenzó la itinerancia dominicana. El primer lugar, en donde ayudó a restablecer plenamente la vida dominicana, fue el monasterio de Villarreal. Y desde entonces fue requerida para el servicio de Priora en diferentes comunidades: Játiva (1956), Manresa (1960), Pedralbes (1962), Gerona (1971), Burriana (1980), Valencia (1987).

También tomó parte del largo proceso que supuso la renovación del Libro de las Constituciones de las Monjas, cuyo fruto fueron unas Constituciones más adaptadas a los tiempos según las directrices trazadas por la Iglesia en el Concilio Vaticano II, y con una mayor riqueza espiritual en su contenido. Por disposición del entonces Maestro de la Orden fue la primera vez que intervenían las monjas en este trabajo. Para ello viajó a Roma en dos oportunidades: del 21 de Abril al 22 de Junio de 1969, y desde el 20 de noviembre hasta el 13 de diciembre de 1982.

La fundación del Monasterio Inmaculada Concepción (Concepción, Tucumán- Argentina)

Capítulo aparte merece el llamado que recibió del Señor de abandonar su tierra natal para implantar la vida contemplativa dominicana más allá del océano, donde una pequeña Iglesia particular deseaba contar con esta forma de vida.

En el año 1989 la Federación de la Inmaculada preparaba una nueva fundación, con la Madre Cinta de 69 años como Vicaria.

 El 9 de junio de 1990 llegó al monasterio de Buenos Aires, partiendo el 27 del mismo mes con cuatro monjas más de los distintos monasterios de Argentina hacia el Monasterio Inmaculada del Valle (Catamarca). Esta comunidad las acogió con gran cariño y generosidad a lo largo de tres meses. Desde allí resultaba más fácil supervisar las obras de la casita que estaban acondicionando en Concepción a modo de monasterio provisional. El traslado definitivo a su destino se efectuó el día 4 de septiembre de 1990.

En 1994 participó en Torrente (España) de una Asamblea Federal. Fue desgarradora la hora de regresar a la Argentina porque suponía para ella una despedida definitiva, de ahí su decisión de no volver más.

En 1996, tras reiterados pedidos, fue aceptada su renuncia como Vicaria. Si bien es cierto que llevar adelante la construcción del edificio del monasterio la había desgastado, ella aún gozaba plenamente de sus facultades. Sin embargo, deseaba hacer vida una frase del P. Marceliano Llamera: “Hay que dejar los cargos antes que los cargos lo dejen a uno”. Además, con ilusión tenía el propósito de secundar a su sucesora.

Invitada a dar un testimonio en la Misa con motivo de sus Bodas de Oro de profesión religiosa, ella mostró su agradecimiento a Dios por los dones de la vida, la familia, la vocación, la Orden… Concluyó diciendo: “Si mil veces naciera, mil veces sería monja, y monja dominica”.

Entrevista con ocasión de los 70 años de Vida Consagrada de la M. Ma. Cinta (11/02/2017)

-¿Qué es lo que más le gusta de ser monja?
Que supone la entrega a Dios.

-¿Qué es lo que la hizo más feliz en su vida consagrada?
La perseverancia.

-¿Qué le diría a una joven que desea ser monja?
Que se fíe de Dios.

-¿Qué le hace falta al mundo actual?
Fe.

-Algún santo que la haya ayudado en su vida consagrada.
Nuestro Padre Santo Domingo.

-¿Qué mensaje le dejaría a la gente en general?
Que no se separen de Dios porque lo deben todo a Él.

-¿Qué aspecto de nuestro carisma le atrae más?
El silencio.

-¿Qué le atrae de Nuestro Padre Santo Domingo o qué virtud destaca más de él?
El silencio y la humildad.

-¿Qué enseñanzas extrajo de la vida comunitaria?
Por una parte es muy difícil y por otra es indispensable. Es difícil por la diferencia entre sus miembros. Es indispensable porque nos lleva a Dios.

-A las monjas de hoy, ¿qué les diría?
Que se mantengan fieles al carisma.

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