Brasil fue, desde el principio, una colonia de Portugal. Para la Orden, esta área de evangelización estaba reservada a los dominicos de Portugal. Pero nunca vinieron a este país. Sólo a fines del siglo XIX que los primeros dominicos, pertenecientes a la Provincia de Tolosa, hicieron sentir su presencia en Brasil.
Sin embargo, podemos decir que Santo Domingo llegó a Brasil antes que sus hijos, gracias a los franciscanos, las Cofradías del Rosario y una Fraternidad de Laicos. Los frailes franciscanos que fundaron conventos y centros misioneros desde los primeros días de la conquista y colonización, en sus iglesias, ponían siempre, junto a la imagen de san Francisco, también la de santo Domingo: eran los dos santos amigos unidos en la gloria del altar.
Otro espacio de presencia de Santo Domingo en Brasil en el período colonial fue el de las Cofradías de Nuestra Señora del Rosario de los Prietos. Los negros esclavizados se organizaban en Cofradías del Rosario, con Nuestra Señora y Santo Domingo como patronos.
Un tercer caso interesante de la presencia de santo Domingo en Brasil es la institución de una Orden Tercera laical en Salvador – Bahía, a partir de 1723. Algunos seglares portugueses, quizá ya vinculados a la Orden en Portugal, se instalaron en Brasil a principios del siglo XVIII y, en 1723, constituyeron en Salvador – BA, una Orden Tercera de Santo Domingo. Esta Orden Tercera tuvo un gran florecimiento, construyéndose una espléndida iglesia de estilo barroco dedicada a Santo Domingo y una casa de reuniones, teniendo mucha influencia en la vida de la ciudad de Salvador.
La primera presencia de frailes dominicos en Brasil tuvo lugar en 1881, por iniciativa de los frailes de la Provincia de Tolosa (Francia). Fundaron un convento en Uberaba y luego otros en Goiás Velho, Conceição do Araguaia, Porto Nacional, Formosa y Marabá. La obra misionera consistía en la evangelización de las tribus indígenas que vivían a lo largo de los ríos Tocantins y Araguaia y la atención pastoral (desobrigas) del pueblo cristiano que vivía disperso en la inmensidad de las regiones del centro de Brasil.
A partir de la década de 1920, siguiendo un llamamiento explícito de los obispos, fundaron varios conventos en las grandes ciudades del Sudeste brasileño: Río de Janeiro, São Paulo, Belo Horizonte, etc. Los obispos querían a los dominicos en los grandes centros urbanos que se estaban formando en esta región, para garantizar la presencia de la Iglesia en el mundo de la cultura.
En 1936, los dominicos italianos de la provincia de Bolonia llegaron a Brasil. El proyecto era dedicarse a la evangelización de los nativos. Fundaron un convento con un Seminario Menor en Santa Cruz do Rio Pardo, y poco después se hicieron cargo del convento de Goiás Velho que los dominicos franceses iban dejando para asegurar su presencia en las grandes ciudades. Los frailes italianos también se dedicaron durante muchos años a la evangelización de los pueblos originarios y a la cura pastoral de la gente del interior. A partir de la década de 1950 sintieron el llamamiento de las grandes ciudades y fundaron nuevos conventos en São Paulo, Goiânia y Curitiba. El proyecto era hacerse presente en el mundo de la cultura y en las periferias de las grandes ciudades, donde emigraba gente del campo en busca de una vida mejor. El proyecto misionero era entonces el de ayudar a fundar nuevas comunidades cristianas en estos espacios urbanos donde se producía el éxodo urbano de los empobrecidos del interior, y la Iglesia estaba germinándose.
En la década de 1960, llegaron los dominicos de la Provincia de Malta para ayudar en el trabajo pastoral de la Diócesis de Goiás Velho. Luego fundaron varias casas en el Estado del Paraná, ocupando varias parroquias. También para ellos, el proyecto misionero era ayudar a crear nuevas comunidades cristianas en las afueras de las ciudades en rápido desarrollo.
A partir de 1998, los frailes de las tres Entidades creadas en Brasil (Provincia de Santo Tomás, Vicariato Santa Catarina y Vicariato São Martinho de Lima) se unieron en una sola Provincia que recibió el nombre de Fray Bartolomeu de Las Casas. Actualmente, la Familia Dominicana está presente en Brasil con la Provincia de Fray Bartolomeu de Las Casas, un monasterio, 15 Congregaciones de Hermanas y 25 Fraternidades laicales.
Fray Mariano Foralosso, OP.