Laicos dominicos, una esperanza para la misión en la Amazonía

Resuena en el corazón de las Fraternidades Laicales de América Latina y el Caribe: “¡Ay de nosotros si no predicamos el Evangelio!”

Sra. Margareth Velasquez, OP, presidenta de COFALC

Mi experiencia como laica dominica me lleva a reflexionar sobre qué representó para los Laicos dominicos el Primer Encuentro de la Familia Dominicana de América Latina y el Caribe, realizado del 2 al 8 de julio en el Vicariato de Puerto Maldonado, en la Amazonía peruana. 

Quedo agradecida con Dios por esta oportunidad que enriquece mi vida y fortalece mi identidad de misionera y predicadora.

Como presidente de COFALC (Consejo de Fraternidades laicales de América Latina y el Caribe), asistí a este llamado de la familia dominicana con la expectativa de formar parte de la construcción de una misión que involucre a toda la Orden de Predicadores.

Dentro de mis intenciones está comunicar a los presidentes de las fraternidades de América Latina y el Caribe la realidad de la Amazonía y las necesidades del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado. 

¿Qué fue lo que descubrí? 

Desde la realidad de la Orden de Predicadores, descubrí el deseo sincero de unir esfuerzos como hijos de santo Domingo, en busca de una misión integral en el Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado.

¿Por qué debe ser integral? 

Porque la transmisión de la fe al predicar a Jesús no puede estar separada de la realidad con la que conviven los habitantes de Puerto Maldonado. Estas comunidades sufren principalmente de carencias de servicios básicos, trata de personas, precariedad laboral, desarraigo y pobreza económica.

¿Qué podríamos hacer los laicos de santo Domingo?

Hacemos un llamado a las fraternidades laicales de América Latina y el Caribe para promover misioneros inspirados por la frase “¡Ay de nosotros si no predicamos el Evangelio!”, con capacidades para promover la identidad cristiana, respetando las tradiciones y culturas de los habitantes del lugar, y ser predicadores de la fe y la vida como una experiencia única y no separada, es decir, de manera integral y coherente: vida de espiritualidad, testimonio de vida y respeto por el sistema ecológico de la región.

Necesitamos misioneros deseosos de ser luz. No solo en una comunidad, sino también con su disponibilidad para dedicar horas a su propia formación, con la oración y el estudio, y así, de acuerdo con el carisma de la Orden de Predicadores, predicar la compasión de Dios.

Siguiendo los pasos de nuestro Padre Domingo y con el patrocinio de nuestra Madre Santísima del Rosario, elevamos oraciones para que surjan laicos comprometidos de nuestras fraternidades laicales.

Esta misión laical es como un pulmón para nuestro carisma, especialmente para quienes profesionalmente sirven como doctores, educadores o maestros, psicólogos e ingenieros.

Mis conclusiones 

Sinceramente, veo con esperanza el esfuerzo que hace la Orden por unir a todos los miembros de la familia dominicana en las misiones de la Amazonía, porque la fuerza de Jesús y la fuerza del Espíritu Santo sobre un misionero puede transmitir el deseo de Dios de que todos los habitantes de este planeta podamos llevar el alimento necesario a nuestras casas y poder sustentar a nuestras familias.

Urgen esfuerzos porque la Amazonía es uno de los lugares más ricos del mundo en cuanto a flora y fauna y, sin embargo, los habitantes del lugar están entre los más pobres del mundo.

Tengo mucha esperanza. La tradición de la Orden de Predicadores es una herencia de más de ocho siglos, llevando a Jesús a los corazones de las personas,  predicando la justicia de Dios que no tiene doblez, pero sobre todo anunciando el amor misericordioso de un Padre que espera el retorno a su regazo de todos sus hijos.

Sra. Margareth Velasquez, OP
Presidenta de COFALC

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