¿Santo Domingo sigue siendo relevante hoy?

Celebración del Jubileo en la Provincia de Malta

Los dominicos de la Provincia de San Pío V de Malta celebraron oficialmente el Jubileo Dominicano el 24 de mayo, solemne conmemoración de la Traslación de nuestro padre santo Domingo. El arzobispo Charles J. Scicluna presidió la misa junto con los frailes y miembros de la Familia Dominicana. Esta celebración eucarística tuvo lugar en el convento dedicado a Nuestra Señora de la Gruta, que es también casa de formación y curia provincial.

El arzobispo Scicluna expresó que la frase de San Pablo, “para esto fui nombrado predicador y apóstol, maestro de los gentiles en la fe y la verdad”, (1 Tm 2,7) resume el carisma y la vocación de Domingo. Esta identidad confirmada le llevó a situar la santidad y la dignidad de la persona humana en el centro de la predicación cuando se enfrentó a las herejías cátaras y albigenses que despreciaban el cuerpo humano y las relaciones humanas, incluso el matrimonio. La predicación de Domingo podría ser vista como una celebración de la buena creación de Dios, en cuyo centro está la imagen del Creador impresa de manera única en cada ser humano redimido por el amor de Dios en Cristo.

El título dado a Domingo –Praedicator Gratiae– está íntimamente relacionado con la forma en que Dios ha revelado su amor por todos nosotros, es decir, a través de su misericordia que se concede como puro don. El hecho de que la Orden haya elegido como tema principal para este jubileo la convivencia y la fraternidad en torno a la mesa de Domingo, nos recuerda a todos que, al igual que comer es una actividad humana vitalmente básica, nuestra gratitud por el cuidado infalible de Dios hacia nosotros debería expresarse en amor tangible, compasión y misericordia hacia todos.

Finalmente, el arzobispo se preguntó si Domingo sigue siendo relevante hoy en día. Esta es una pregunta que ni siquiera se necesita plantear, ya que la necesidad de predicar y evangelizar es tan urgente como siempre. La demanda de nuestra predicación corresponde a la perpetua sed humana de la compasión y la verdad llena de gracia que ofrece el Señor. Oremos para que las comunidades dominicanas puedan irradiar el maravilloso aroma que surgió de la tumba de Domingo en aquella inolvidable Traslación y que interpela nuestra fe en el misterio pascual de Cristo, mensaje central de nuestra actual predicación.

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