Celebración del aniversario de los difuntos de la Orden en Roma

La Familia Dominicana se unió en oración por los hermanos y hermanas que han vuelto a la casa del Padre

La Familia Dominicana se unió en oración por los hermanos y hermanas que han vuelto a la casa del Padre

El sábado 16 de noviembre de 2024, en la Basílica de San Lorenzo Extramuros de Roma, el Maestro de la Orden, fray Gerard Francisco Timoner III, OP, presidió la tradicional Celebración Eucarística con ocasión del Aniversario de los difuntos de la Orden, concelebrada por los frailes dominicos de los diferentes conventos de la ciudad.

En la Basílica de San Lorenzo Extramuros se congregaron frailes, hermanas y laicos de la Familia Dominicana presentes en Roma, quienes se unieron en oración por los hermanos y hermanas que han vuelto a la casa del Padre y se dirigieron en procesión de la Basílica al contiguo Cementerio del Verano, donde se encuentran la capilla funeraria y la cripta de la Orden de Predicadores, que alberga los restos de más de 300 hermanas, frailes, laicos y monjas que murieron en Roma.

De acuerdo con el calendario litúrgico de la Orden, el 8 de noviembre conmemoramos este aniversario (Anniversarium Omnium Fratrum et Sororum Defunctorum) de todos los miembros de la Familia Dominicana que han vuelto a la casa del Padre: frailes, monjas, hermanas de vida apostólica, laicos y miembros de las fraternidades sacerdotales. El Aniversario de los difuntos de la Orden en la Basílica de San Lorenzo Extramuros, que se celebra el segundo sábado de noviembre de cada año, tiene un significado especial y es una celebración muy sentida por parte de la Familia Dominicana presente en Roma, que se une para orar y dar gracias a Dios por los difuntos de la Orden.

“Estamos reunidos en torno a la mesa eucarística para dar gracias al Señor por el don de la vida y de la vocación concedido a nuestros queridos hermanos y hermanas difuntos de la Orden”. Con estas palabras, el Maestro de la Orden introdujo su homilía, en la que recordó que la misericordia forma parte de nuestra vocación de dominicos. “Pedimos misericordia a Dios y a la comunidad cuando hicimos nuestra profesión en la Orden. Por lo tanto, parte de nuestra tradición es rezar diariamente por nuestros queridos hermanos y hermanas difuntos, porque, como enseña la Iglesia, rezar por los vivos y los difuntos es una obra de misericordia espiritual”, resaltó fray Gerard, quien observó que la vida humana es como el reverso del misterio de la Encarnación, del Verbo que se hace carne:  “Es una especie de inversión porque, primero, somos carne y, luego, cuando morimos en este mundo, nos convertimos en memoria; en cierto sentido, nuestra carne se hace palabra, se hace verbo”.

En su homilía, el Maestro de la Orden recalcó que la esperanza cristiana nunca es sólo individual, sino que es también esperanza para los demás. “Nuestras existencias están profundamente ligadas unas a otras, y el bien y el mal que cada uno hace siempre toca también a los demás. Así, la oración de un alma peregrina en el mundo puede ayudar a otra alma que se purifica después de la muerte”, explicó fray Gerard, quien recordó que cada vez que visitamos un cementerio, leemos los nombres en las lápidas y la fecha de nacimiento y muerte, y al respecto, ofreció para la reflexión el mensaje de un poema que habla de la vida, “de una línea de vida, que está simbolizada por el guion, la pequeña línea que une la fecha del nacimiento y la de la muerte”.

“En esta Santa Misa, rezamos por nuestros hermanos y hermanas difuntos. Damos gracias a Dios por haber dado a nuestros hermanos y hermanas ese guion, esa línea de vida, una vida que tocó y bendijo tantas otras vidas a través de su testimonio y su predicación. Damos gracias al Señor Jesús que reza por nosotros y pide al Padre que estemos unidos a Él para siempre. En Jesús, el guion se convierte en una línea infinita, porque con Jesús viviremos para siempre”, concluyó el Maestro de la Orden, quien, como cada año, después de la bendición en la Eucaristía, encabezó la tradicional procesión solemne de la Familia Dominicana que, entonando cantos tradicionales de la Orden y las Letanías de nuestros Santos, se dirigió hacia el Cementerio del Verano, donde se encuentran la capilla funeraria y la cripta de la Orden de Predicadores. Frente a la puerta de la cripta, la Familia Dominicana entonó el tradicional canto O Spem miram (Oh Esperanza nuestra), en el que se le pide a Santo Domingo que no olvide su promesa de interceder por sus hijos e hijas. Como es tradicional, el Maestro de la Orden dirigió la oración por los difuntos e impartió la bendición final.

Verano 2024
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