Invitados por el equipo coordinador de la Conferencia Interprovincial de los Dominicos de América Latina y el Caribe (CIDALC), el 26 de febrero, a las 15:30, hora de Roma, se reunieron los noviciados de la región a través de la plataforma virtual Zoom. El encuentro fraterno con los novicios de México, Centroamérica, Colombia, Perú, Brasil y Argentina contó con una reflexión de formación expuesta por fr. Felicísimo Martínez, de la Provincia de Hispania. El tema fue «La espiritualidad dominicana se aprende por contagio familiar», inspirado en reflexiones del padre Edward Schillebeeckx.
Valga el rescate de unas expresiones del expositor:
Lo más decisivo de nuestra formación dominicana tiene lugar por contagio familiar o comunitario. Efectivamente, con las comunidades religiosas pasa como con las familias. Cada una tiene su identidad, su carisma, su estilo de vida, sus hábitos. Es un error en la formación y en la vida en general escudarse en los malos ejemplos de los mayores para justificar los propios errores. Es importante el anecdotario familiar, los cuentos a veces repetitivos y cansones de los abuelos, las historias del pasado. Humberto de Romanis, el quinto Maestro General de la Orden, se dio cuenta de ello enseguida y encargó a todas las comunidades que recogieran la anécdota y las historias de las primeras generaciones. El resultado fue ese maravilloso escrito testimonial de Gerardo de Frachet, Vitae Fratrum, La vida de los hermanos. Es muy instructivo y a la vez muy divertido leerlo. No terminéis el noviciado sin leerlo.
La primera conclusión que sacaba el padre Schillebeeckx: «no se puede dar una definición de la espiritualidad dominicana, un juicio final sobre ella, porque la historia dominicana todavía se está haciendo y contando». Esta conclusión es muy importante porque nos invita a armonizar la tradición y la creatividad, lo que hoy día se llama la “fidelidad creativa”. La Orden ya está fundada, pero es necesario actualizar siempre de nuevo el carisma, teniendo en cuenta las necesidades y sufrimientos de la iglesia y del mundo actual.
La segunda conclusión es formulada por el padre Schillebeeckx en términos bastante críticos, dice así: «la espiritualidad dominicana es un modo peculiar de misión dentro de la Iglesia: seguir a Jesús en las huellas de Domingo. Pero a veces ese hilo de fidelidad se rompió, por ceguera. Y entonces se escribe espiritualidad no-dominicana». Se refiere a esos momentos en los cuales la familia dominicana olvida el proyecto fundacional, la verdadera tradición de la Orden, la identidad familiar. Esos momentos siempre han traído consigo una crisis profunda en la Orden.
La tercera conclusión señalada por el padre Schillebeeckx es esta: «la melodía de fondo de la espiritualidad dominicana es la historia de la respuesta a los contra-movimientos en la sociedad y en la Iglesia». Y analiza algunos ejemplos de la historia dominicana: Santo Domingo prestó atención a los contra-movimiento de la época, tomó de ellos lo que tenían de verdadero y lo incorporó a su proyecto fundacional: pobreza y predicación, sentido de pertenencia a la Iglesia. Vida al estilo de los apóstoles para dar credibilidad a la predicación dominicana.
Desde el principio “la gracia original” de la espiritualidad dominicana consiste en la fidelidad crítica al pasado y la valoración crítica del presente. La fidelidad creativa siempre tiene que ir un poco contra corriente, contra lo políticamente correcto en la sociedad y en la Iglesia.
También estuvieron en la reunión y presentaron sus saludos a los novicios, fr. Gerard Timoner, Maestro de la Orden; fr. Mark Padrez, Socio para la vida fraterna y la formación; fr. Pablo Sicouly, Socio para la vida intelectual; fr. Ubaldo López, Promotor General para el laicado; fr. Christopher Eggleton, Socio para USA; fr. Fernando García, Promotor General de Monjas; fr. Carlos Cáceres, Provincial de la Provincia San Vicente Ferrer de Centroamérica.