Homilía de Fr. Max Cappabianca, OP, provincia de Teutonia

20 de Julio 2022
Primera lectura (Jr 1.4-10), Evangelio (Mt 13, 1-9)

fr. Max Cappabianca

Queridos hermanos y hermanas,

Ya ayer, Fr. Joseph Ellul reflexiónó sobre el hecho de que los profetas, en general, tienen un carácter difícil. Eso explica por qué no todos los dominicos son siempre encantadores…
Bromas aparte, los profetas son incómodos y molestos para ellos mismos, y a veces amenazadores para los demás. Es porque la Palabra de Dios les ha sido confiada, una palabra que interpela y que llama a la decisión.

La primera lectura, que narra la vocación de Jeremías nos impacta, porque nos reconocemos en ese joven que dice “Ah, Senor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho”, incluso siendo de avanzada edad.

Pero el carácter arriesgado de la vocación profética sigue presente. A propósito de las personas a las que Jeremías es enviado, Dios lo tranquiliza “No los temas, porque yo estoy contigo para librarte”.

En nuestra Orden hay no pocos frailes (y hermanas y laicos) que viven en circunstancias que exigen una palabra profética, a veces peligrosa. Pueden ser regímenes autoritarios como en Mianmar o en algunos países de América Latina, o bien en contextos en los que se cuestionan ciertos valores fundamentales.

Y, como en los profetas bíblicos, nuestros hermanos también experimentan resistencias. Nadie quiere oír la palabra de la verdad. Se establecen tabús, se prohíbe tener una mirada diferente. Me atrevería a decir que esas resistencias pueden considerarse uno de los principales “criterios” de la profecía.

Pero no es tan fácil. Cada uno está convencido de estar del lado de la verdad. Por eso los fundamentalistas tienen con frecuencia un ímpetu “profético” y poco agradable.

Pero entonces, quién establece lo que es un verdadero o un falso profeta?
Yo creo que todo se basa en el discernimiento in medio Ecclesiae. Y ese discernimiento no se hace solo, sino únicamente de manera comunitaria. Sólo en el intercambio entre hermanos y en contacto con los que tienen la tarea de guiar al rebaño se descubre si una predicación es verdaderamente4 profética o una ocurrencia privada. Naturalmente, está la tradición, la doctrina, del Magisterio, pero al mismo tiempo hay desafíos actuales que piden una respuesta nueva inspirada por el Evangelio.
Me gustaría poner un ejemplo actual de mi país que se refiere más a la Iglesia ad intra: el camino sinodal en Alemania.

Gracias a la Orden dominicana y a los diez anos que he podido vivir en Roma, y gracias también a este Capítulo general aquí, tengo amigos por todas partes. Y esos amigos me preguntan siempre: “¿Pero qué hacéis en Alemania Hasta los obispos son herejes en vuestro país”. Quizá ustedes hayan oído hablar de la observación que habría hecho el papa Francisco al presidente de la conferencia episcopal alemana, a propósito del camino sinodal en Alemania: “Hay una magnífica Iglesia protestante en Alemania. No tenemos necesidad de una segunda”.

Es cierto que ha habido excesos en este camino sinodal alemán. Se han cuestionado elementos esenciales de la Iglesia. Pero no podemos olvidar que la Iglesia en Alemania ha sido profundamente sacudida por los escándalos de los abusos sexuales. Y ese “terremoto” está en el origen del cuestionamiento radical de ciertos aspectos tradicionales de la vida eclesial:

  1. el poder en la Iglesia;
  2. los sacerdotes y su manera de vivir (incluido el celibato);
  3. el papel de la mujer;
  4. las nuevas realidades que conciernen a la sexualidad y a la afectividad.

Creo que la Iglesia de Alemania tiene un papel profético que jugar para toda la Iglesia universal. Y, como en el caso de los profetas, ese papel no es agradable en absoluto. Existe el riesgo de quedarse con pocos amigos, y las cartas críticas de diversas conferencias episcopales dirigidas a los obispos de Alemania lo muestran claramente.

Queridos hermanos y hermanas, Soy muy consciente de que quizá en Alemania estamos en el “Holzweg”, como se dice entre nosotros, una metáfora para indicar una falsa ruta. En francés creo que se dice “ladrar al árbol equivocado”. Pero puede ocurrir que la “revolución alemana” sea una palabra profética que todos nosotros somos invitados a acoger y a discernir.

Les invito, pues, a que escuchen lo que la Iglesia en Alemania tiene que decir. Y puedo tranquilizarles: seguimos siendo católicos, o sea “kat-holon”: mirando el conjunto, orientados todos juntos hacia Dios Trinidad. Y yo también, y la Iglesia en Alemania, quiero acoger el testimonio profético de las otras Iglesias locales.

Nuestra suerte como hermanos en un mismo orden global es poder conocer puntos de vista diferentes y poder discernir juntos, como lo hacemos aquí en el Capítulo, incluso si a veces nuestros caracteres se manifiestan difíciles y poco atractivos…
Estamos aquí para escuchar la palabra del otro. Quizá sea profética…

Fr. Max Cappabianca

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