Mi experiencia sinodal

“Dominicanes in synodi coetu de synodalitate”

Recuerdo que, en el año 2004, en el Hotel Ergife de Roma se organizó un Congreso o Convenio para la Vida religiosa organizado por la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) y la Unión de Superiores Generales (USG). Participamos Superioras y Superiores generales; religiosos y religiosas jóvenes; religiosos y religiosas, formadores; otros dedicados a revistas especializadas en vida religiosa; etc. Había momentos de oración, conferencias, ponencias, etc. El trabajo principal se realizaba en grupos reunidos alrededor de mesas redondas, todas situadas en el mismo gran salón de las reuniones plenarias. En dichas mesas había mujeres y varones; superioras y superiores; teólogas y teólogos; etc. Además de las reuniones semestrales de la USG, recuerdo muy vivamente esta, mi primera y única experiencia “Sinodal” en un contexto tan amplio de la vida religiosa, de su vida y misión… ¡Éramos unos 800 en total!

Cuando ingresé en octubre pasado en el Aula Pablo VI, acondicionada como Sala de Plenarios y a la vez con mesas redondas previstas para los Grupos, recordé aquella experiencia. Durante la primera sesión del Sínodo 2023 – 2024, todos los “sinodales” participamos sucesivamente a lo largo de las cuatro semanas en cinco diversas “mesas redondas”, según los temas y lenguas de acuerdo a las temáticas del Instrumento de trabajo. Allí mujeres y varones, laicas y laicos, religiosas y religiosos, obispos y cardenales, con la ayuda de facilitadores, pudimos escuchar y pronunciar palabras de gracia y verdad, tejiendo convergencias y notando divergencias, ¡enriqueciéndonos mutuamente! Si bien las mesas tenían como base el uso de la misma lengua (en mi caso, español), la diversidad de origen de cada participante (con sus experiencias de vida eclesial y acentos, ¡aún en la misma lengua!) exigía no solamente entender las palabras sino el significado de las mismas, manifestando realidades muy variadas. No obstante, al concluir los días asignados para las diversas temáticas y preguntas de cada una de las cinco mesas, tanto la relación de cada grupo ante la plenaria, como el texto final enriquecido por lo escuchado en la plenaria, exigían la aprobación de todos. Las podas no eran vividas como rupturas, sino como invitación a “nuevos brotes”. Se poda la madera verde. Se hace leña solamente con lo que no tiene vida.

Lo que no se asume, no se sana (salva, redime). Lo que parece una frase que podría limitarse al tratamiento de las enfermedades, procesos psicológicos o terapéuticos, etc., ¡tiene un profundo contenido teológico! No solamente para comprender que el Verbo de Dios ha asumido toda la naturaleza humana (alma y cuerpo) como lo expresaran San Gregorio Nacianceno, el Papa San Dámaso y finalmente el I Concilio de Constantinopla (381) que acuñó esa expresión ante las posturas de Apolinar de Laodicea y los apolinaristas.

Si la Iglesia es sinodal (y esto significa señalar o indicar su esencia, su naturaleza misma) es imprescindible asumir dicha sinodalidad para crecer en su comprensión. Hablar de SÍNODO o SINODALIDAD, no significa simplemente reducirlo a una realidad adjetiva, o limitarlo a un mero método o camino metodológico (o de trabajo). ¡Se trata del “ser” mismo de la Iglesia y del “modo de serlo” al mismo tiempo! Por ello tampoco podría limitar este “caminar juntos” a la elaboración de una “estrategia”.

Más bien sí desearía, repito, profundizar en este aspecto desde la comprensión del SER de la Iglesia (y no moda, ni tema –uno de tantos- al que sucederán “otro u otros” según la ocasión).

Tanto los varios encuentros locales, por comunidades o por parroquias, muchas muy extensas en su territorio, como dos encuentros “zonales” dentro de una diócesis que es muy grande (hay delineadas cuatro grandes zonas geográficas – pastorales), como el encuentro o Asamblea diocesana fueron preparando la Primera Sesión del Sínodo, desde 2021 hasta octubre de 2023.

La 2ª Sesión exige –según lo que hemos discernido con el Consejo Pastoral Arquidiocesano- reuniones locales en el primer semestre que hemos iniciado y al menos una reunión zonal. El 20 de abril, la diócesis cumple 90 años de su creación (junto a otras 9 diócesis del país). Dada la situación económica, esta vez hemos preferido que primero se realicen los encuentros locales (diversas comunidades o parroquias); en segundo lugar, pensando en el segundo semestre, si fuere posible organizar encuentros zonales (aun así cada zona es muy extensa y nada fácil asegurar que todos puedan viajar dados los costos). Como el Año jubilar preparado se extenderá hasta abril de 2025 (para unirlo al Año Santo), seguramente podremos imaginar un Gran Encuentro Arquidiocesano para ese mes del año que viene.

Pero lo importante, siempre, es lo que pueda sembrarse dentro de cada comunidad: organización de Consejos Pastorales locales; Consejos económicos, etc. En la 1ª Sesión del Sínodo se ha insistido en saber desplegar las instituciones que ya existen y expresan fielmente dicha sinodalidad.

Debo reconocer que la diócesis ya tiene cierta experiencia en Encuentros Pastorales Arquidiocesanos. No obstante, se ha acrecentado el modo de la participación y el deseo de participar. El Espíritu Santo sopla y va “podando” resistencias, erradas comprensiones de lo que significa “Iglesia sinodal”.

No tengas miedo a la poda
cuando es verde la madera;
Dios no busca lo que saca,
le interesa lo que queda.

Estas palabras en verso y rima pertenecen al conocido y amigo monje benedictino Abad Mamerto Menapace y expresan con su profunda sencillez el camino emprendido.

Concluyo volviendo a lo dicho al inicio. No habrá profundización terminológica y conceptual de las expresiones que estamos aprendiendo a “pronunciar” y “practicar” (mejor sería decir “caminar” o “vivenciar”) que comprender la riqueza de la “analogía”. Al contemplar la creación nos asombra su belleza justamente en la variedad de seres (no solo los visibles, corporales, sino también espirituales). La experiencia, aún dolorosa, de Job después de las diversas intervenciones del mismo Dios (capítulos 38 al 41) da lugar a una expresión muy bella y profunda: “Yo te conocía sólo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos. Por eso me retracto…” (42, 5-6).

La analogía de la creación permite comprender la analogía del ser, o metafísica, la analogía del lenguaje, ¡la misma analogía de la Palabra, una sinfonía a varias voces! El Instrumentum laboris en preparación del Sínodo de los obispos “La Palabra en la vida y misión de la Iglesia” (octubre 2008) y el mismo Sínodo en su “Mensaje al Pueblo de Dios” ya lo expresaban. Finalmente, el Papa Benedicto XVI en la Exhortación post sinodal Verbum Domini se refiere a la “analogía de la Palabra”.

Nuestra mente “enciclopédica” no siempre logra tomarle el pulso a lo profundamente “sapiencial” radicado en la misma Sabiduría de Dios, y en la sabiduría de los hombres fundada en el temor de Dios ¡Don del Espíritu Santo!

Preferiríamos definiciones que –buscando prolijidades humanas- fueran “esferas” perfectas, en lugar de maravillarnos con la riqueza de lo poliédrico, ¡lo sinfónico y policromático! La 1ª sesión del Sínodo nos ha permitido experimentar esto. Sin soslayar el temor inicial, hemos contemplado la sabiduría de Dios expresándose a través de tantas voces y expresiones de mujeres y varones –sus hijas e hijos-, hablando desde su corazón y comprensión, enriqueciendo la vida y misión de la Iglesia y dejándose enriquecer por Ella.

Entre tantas alegrías, para concluir, una de ellas fue la de poder encontrarme con otros hermanos y hermanas de la Orden: fray Timothy Radcliffe, predicador del retiro inicial y de otras reflexiones durante las sesiones que realmente marcaron el tono, la altura, anchura, longitud y profundidad de lo que pudimos discernir y tratar, ayudando realmente a favorecer nuestra “Conversación en el Espíritu”; fray Christoph Schönborn, cardenal arzobispo de Viena; fray Anthony Colin Fisher, arzobispo de Sydney; fray Hervé Legrand y fray Olivier Poquillon, de la Provincia de Francia; fray Hyacinthe Destivelle, de la Provincia de Toulouse; fray Anthony Akinwale, de la Provincia de Nigeria; y la Hermana Rosmery Castañeda Montoya, Dominica de la Presentación colombiana, destinada en Panamá.

Bahía Blanca, 1º de mayo, 2024
Memoria de San José, obrero

Fray Carlos Alfonso Azpiroz Costa, OP
Arzobispo de Bahía Blanca

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