El 26 de junio de 2021, el Maestro de la Orden, Fray Gerard Francisco Timoner, III, OP, erigió e incorporó el Monasterio del Santísimo Sacramento, Ilorin, como monasterio de la Orden. Fr Gerard llegó a Nigeria el 24 de junio. Al día siguiente el provincial de la provincia de San José Obrero, Nigeria y Ghana, fr. Richard Ogedengbe, OP, el Maestro y el Socio para África, fr. Charles Ukwe, OP, volaron a Ilorin y fueron recibidos con alegría en el monasterio por las hermanas con cantos, tambores y danzas.
Les hicieron pasar al comedor para desayunar. Después del desayuno, la hna. Mary Ann mostró a los visitantes el monasterio y sus proyectos que incluyen el cultivo de plantas como plátanos, bananas, ñames, yuca, naranjas y mangos, y una pequeña plantación de palmeras; así como los animales : cerdos, aves de corral, peces, helicicultura (cría de caracoles) y apicultura. Otros proyectos incluyen la producción de pan para el altar, la cocción y la costura (ellas hicieron los ornamentos utilizados para la ocasión y fueron regalados a los sacerdotes y obispos presentes).
El monasterio había sido decorado, principalmente en colores dominicanos, blanco y negro, por las hermanas dominicas de Lagos e Ibadan. Habían llegado dos días antes para ayudar a preparar las cosas. Ya afuera había signos de celebración y una vez dentro del monasterio se respiraba un ambiente de gran expectación. El patio destinado a la celebración de la misa recibió un toque especial con cintas, coronas y guirnaldas, en particular el altar y el santuario, donde se instalaron toldos y asientos. Todo estaba preparado para que el pueblo de Dios se reuniera al día siguiente para asistir a la lectura del decreto de erección del monasterio y a la profesión religiosa de las hermanas. Por fin había llegado el día tan esperado durante 26 años. Todo el mundo estaba encantado y alegre.
En las primeras horas de la mañana del 26 de junio, los cielos se abrieron y la lluvia cayó continuamente. La gente creía que iba a estropear la fiesta. Pero fueron lluvias de bendición. Durante la larga procesión de los monaguillos, las hermanas que iban a profesar, los sacerdotes y los obispos, hasta el lugar de la misa, la lluvia cesó y la procesión pudo tener lugar. Luego recomenzó durante la homilía. Al final de la misa, que duró cuatro horas y quince minutos, el sol había salido y el suelo estaba seco, lo que permitió a las hermanas recién profesas y a sus invitados salir tomar fotografías.
Cuatro obispos concelebraron la misa: Monseñor Gabriel Abegurin, arzobispo de Ibadan, que fue el celebrante principal; Monseñor Paul Olawoore, obispo de Ilorin; Monseñor Ayo-Maria Atoyebi, OP, obispo emérito de Ilorin; y Monseñor John Oyejola, de la diócesis de Oshogbo.
Había unos 15 sacerdotes dominicos y 10 diocesanos, muchas hermanas dominicanas, religiosos y religiosas de diferentes institutos de la diócesis de Ilorin. Los benefactores del monasterio, así como los amigos, estuvieron presentes para vivir la alegría de este día. Estuvieron presentes algunos representantes de las fraternidades laicas dominicanas de todo el país. El coro de frailes estudiantes del convento de Santo Tomás de Aquino, en Ibadán, animó maravillosamente la misa. La presencia masiva de las diferentes ramas de la familia dominicana en Nigeria dejó claro que se trataba de una verdadera celebración de la familia.
Al principio de la misa se leyó el decreto de erección del monasterio. Once hermanas emitieron su profesión solemne y cuatro sus votos simples. Durante las vísperas, una postulante fue admitida al noviciado. En su homilía, el Maestro de la Orden agradeció a Dios sus maravillosas bendiciones por la erección canónica del Monasterio del Santísimo Sacramento en Ilorin. Señaló que las hermanas se han convertido en un soplo de aire fresco al erigir un monasterio en África, después de que la Orden haya pedido a la Santa Sede la supresión de 13 monasterios en Europa en los últimos cuatro años por falta de vocaciones. Les dijo que con su profesión se habían convertido en las monjas más jóvenes de la Orden.
El Maestro destacó que las contemplativas evangelizan a través de su práctica de la perfección de la caridad. Abrazar la vida religiosa no hace que uno sea perfecto, pero puede ayudar a perfeccionar la caridad. Los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia no son fines sino medios para llegar a ser perfectos en el amor. Tienen la fuerza de evangelizar mediante el testimonio de sus manifestaciones plenas y variadas. Estos consejos nos ayudan a imitar a Cristo, el que se revela como amor. La obediencia nos permite escuchar en el contexto de la comunidad.
Todo lo que tiene que ver con nuestra consagración religiosa, la vocación, el ministerio, la oración y la comunidad está unificado por la voluntad de Dios. La obediencia es un principio de unidad que reside en el sacramento de la unidad que es la Eucaristía. Seguimos siendo símbolos de unidad en la Iglesia, con el Papa, -Obispo de Roma- y el Obispo de nuestra diócesis, símbolos de nuestra unidad. La obediencia nos ayuda a escucharnos unos a otros porque la verdad se hace disponible en el contexto de una comunidad de fe.
El Maestro explicó que “el consejo evangélico de la castidad tiene como objetivo perfeccionar nuestro amor mutuo; siendo los consejos ordenados a la perfección de la caridad, el primer pecado contra la castidad es la falta de amor. La castidad expresa la importancia del cuerpo en el misterio de nuestra fe con la esperanza de la resurrección de nuestro cuerpo. Este se santifica en la Encarnación y Resurrección de Jesús. Como predicadores de la Palabra hecha carne, proclamamos la santidad de nuestra existencia corporal. La pobreza evangélica tiene sus raíces en la primera comunidad de creyentes que compartían sus bienes para que nadie pasara necesidad.
El Maestro afirmó que “la pobreza evangélica es una solución cristiana a la pobreza económica y espiritual. Al igual que la comunidad apostólica, la distribución de bienes se convierte en un signo completo del Reino de Dios. Fr. Gerard recordó a las monjas que, viviendo con fidelidad y alegría la vida monástica dominicana, “participan a la obra de evangelización de la Iglesia, pues los consejos evangélicos tienen el poder de evangelizar no sólo a ustedes, sino también a las personas que las conocen”.
Además, “a través de su particular apostolado de adoración eucarística, rezando por las necesidades de la Iglesia y del mundo, subrayan el vínculo entre los votos y la Eucaristía”. El Maestro continuó describiendo el monasterio “como una fábrica de oración” donde las monjas interceden constantemente por la Iglesia y el mundo, así como por las personas que se acercan a ellas para rezar por sus necesidades.
Las hermanas respondieron positivamente a la pregunta sobre su disponibilidad para vivir su consagración religiosa ante el Señor. Tras el canto de las letanías de los santos, el Maestro de la Orden recibió sus votos. También les dio los anillos como señal de su compromiso con el Señor.
La misa terminó a las 14:15. Aunque la ceremonia duró cuatro horas y quince minutos, fue tan animada que nadie tenía prisa por irse. Fue una celebración hermosa, alegre e llena de energía. Después de la celebración litúrgica, todos fueron invitados a un refrigerio.
fr. Charles UKWE, O.P.