Homilía de fr. Kliment Mikulka, OP

Homilía del 27 de julio 2022 de fr. Kliment Mikulka, OP

Hermanos y hermanas,

embargado por el temor de hablar ante ustedes, imploro al Espíritu Santo y su indulgencia. Volvamos a la primera lectura y hagamos del profeta Jeremías un prototipo de hermano predicador que nos inspire. Vemos en él una verdadera preocupación por la justicia, y al mismo tiempo Jeremías no niega sus debilidades, su impresión de estar al margen, su indignación… Sin embargo, no todo es malo, ¡al contrario!

Si tenemos en cuenta la interpretación griega de este fragmento, y elijo una posible interpretación del verso 16, el profeta pide que se cumplan las “palabras de Dios” (en plural), que se lleven a la perfección, que encuentren su unidad y culminación y se conviertan en una “Palabra” (en singular con P). Esta profunda intimidad con el Verbo, en el que reconocemos fácilmente a la segunda persona de la Trinidad, que se convirtió en tiempo fijo en nuestro Señor Jesucristo, es para el corazón del profeta una fuente de gozo y alegría. El profeta está llamado a permanecer en comunión con el Verbo, a contemplarlo, a regocijarse en Él. Está impregnado de ella, la saborea. Ahora bien, la presencia del Verbo no puede quedar sin efecto, el Verbo siempre está actuando. El profeta añade que “tu nombre ha sido invocado sobre mí en epíclesis” Jer 15,16, o incluso “tu nombre ha pronunciado una epíclesis (epikeklètai) sobre mí, Señor Todopoderoso”. Detrás de las palabras “Señor Todopoderoso” está Dios Padre, y después el “nombre de Dios”, según algunos Padres de la Iglesia, es uno de los apelativos del Verbo (véase la oración del Padre Nuestro). En otras palabras, hermanos de la Orden de Predicadores, en este verso podemos encontrar rastros de la Santísima Trinidad, el Verbo contemplado en nosotros pronuncia una epíclesis sobre nosotros, pide al Padre celestial que envíe al Espíritu Santo para santificarnos. Esto es exactamente lo que hace Jesús cuando reza por sus discípulos. Bien puedes reconocer en esto la parte “contemplata…” de nuestro lema, que no es sólo un estudio, un trabajo, sino también una santificación, una perfección interior, una conformación al Verbo en la intimidad de nuestra persona.

De esta profunda intimidad nacen las virtudes de Jeremías. Antes de presentarse ante aquellos a los que es enviado, pasa un tiempo en soledad lleno de amargura, digamos, con la lucha espiritual ligada a la digestión de la Palabra. Sí, la Palabra, aunque sea verdadera, no siempre nos resulta agradable. Jeremías tiene la impresión de que el mundo que le rodea es más fuerte que él (sí, lo es), y se preocupa por los resultados de su misión, de su predicación.

Este recurso constante a la intimidad con Dios, a la preocupación por la virtud, dispone al profeta Jeremías a ser “como la boca de Dios” v. 19, mientras que la eficacia de su predicación corre a cargo del propio Señor: “Ellos volverán a ti, no tú a ellos” v. 19, y un poco más adelante: “Yo estoy contigo para salvarte y librarte” v. 20.

He aquí, hermanos y hermanas, algunos elementos para nuestra mirada contemplativa. Parece que el profeta sabía bien lo que significa el lema “contemplata aliis tradere”. Entremos, pues, en su escuela para enraizarnos mejor en nuestra vocación.

Fr. Kliment Mikulka.

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