Una Iglesia parroquial fundada por misioneros dominicos es declarada Basílica Menor

Filipinas cuenta por fin con una basílica menor en honor del gran predicador de la gracia, santo Domingo.

El 14 de enero de 2023, una histórica iglesia parroquial fundada por los primeros misioneros dominicos en Filipinas fue declarada formalmente basílica menor por decreto de Su Santidad el Papa Francisco.

La iglesia parroquial de Santo Domingo, situada en el corazón de la ciudad de San Carlos, Pangasinan, en la parte norte de la isla de Luzón, Filipinas, es ahora la única basílica menor en el país bajo el patronazgo de nuestro Padre Santo Domingo, fundador de la Orden de Predicadores. Establecida por primera vez en 1587, el mismo año en que los primeros misioneros dominicos llegaron a Filipinas, la iglesia actual es un legado de su trabajo misionero y ahora es parte de la Arquidiócesis de Lingayen-Dagupan, presidida por el Arzobispo Sócrates Villegas, DD de las Fraternidades Sacerdotales de Santo Domingo.

La declaración solemne y la celebración eucarística fueron presididas por el Arzobispo Charles Brown, DD, Nuncio Apostólico en Filipinas. Concelebraron el Arzobispo Villegas y nuestro hermano fr. Gerard Francisco Timoner III, OP, Maestro de la Orden, quien pronunció la homilía.

También estuvieron presentes el Arzobispo de Manila, José F. Cardenal Advincula, DD, también miembro de las Fraternidades Sacerdotales de Santo Domingo, y varios sacerdotes dominicos, hermanos, hermanas, laicos y otros miembros de la familia dominicana. El Cardenal Advincula bendijo la insignia pontificia que simbolizaba el nuevo estatus de la iglesia.

El Maestro, fray Timoner, saludó a la iglesia como la quinta basílica menor en honor de nuestro santo fundador en el mundo, y la primera de Asia.

El Maestro también instó a los presentes a inspirarse de nuevo en el ejemplo de santo Domingo y a aprovechar esta oportunidad para renovar su compromiso con la difusión de la verdad del Evangelio.

“Espero que todos los dominicos volvamos a leer la vida de santo Domingo y nos renovemos en nuestra vocación de predicadores del Evangelio”, expresó fr Gerard.

Recordando la extraordinaria paciencia de santo Domingo a la hora de acercarse a aquellos que se habían desviado de la fe, el Maestro evocó la famosa historia de cómo el fundador convirtió al posadero hereje de Toulouse.

“Mientras leemos de nuevo la vida de nuestro santo fundador,” expresó fr Gerard, “espero que redescubramos cómo la predicación de Domingo no sólo convirtió a la gente a la verdadera fe, sino también cómo su experiencia de encuentro y diálogo le transformó de una manera profunda.”

El Maestro también señaló los sentimientos de indiferencia que afectan a la Iglesia hoy en día. Recordó cómo santo Domingo, conmovido por el sufrimiento de los que le rodeaban, se ofreció sin vacilar a vender sus preciosos manuscritos y libros para aliviar a los necesitados.

“El carisma de la predicación que recibió llevó a Domingo a recordar a la Iglesia que su misión universal es predicar el Evangelio y que la predicación es una misión, no de unos pocos elegidos, sino de todos los miembros de la Iglesia. Es un carisma compartido por todos los miembros de la familia dominicana”, dijo fr. Timoner.

El Maestro exhortó a todos a compartir la misión de llevar la luz del Evangelio a todos los rincones de la tierra, la misma misión que impulsó a los dominicos a llegar a la antigua ciudad de Binalatongan (actual ciudad de San Carlos) y a fundar la parroquia de Santo Domingo hace más de cuatrocientos años.

“La misión de la Orden de predicar la Veritas [verdad] es un antídoto importante contra otra pandemia perniciosa: las noticias falsas, las medias verdades, que de hecho son medias mentiras”, añadió el Maestro.

Históricamente, la iglesia y el pueblo funcionaron como centro de actividad misionera para los primeros dominicos que colaboraron con otras órdenes religiosas para la difusión del Evangelio en Filipinas. La primera iglesia era sencilla, de bambú y nipa, pero se trasladó más tarde a un terreno más elevado debido a las inundaciones estacionales. Tras varias calamidades y reconstrucciones, la iglesia actual ha cumplido 250 años.

Además de su importancia histórica, se dice que los misioneros dominicos santo Domingo Ybañez de Erquicia y san Francisco Gil de Federich, martirizados en Japón y Vietnam, respectivamente, ejercieron su ministerio en esta parroquia.

La declaración de la iglesia de Santo Domingo como basílica menor es un testimonio del legado duradero de la labor misionera dominicana en el lejano oriente.

Cuando los primeros dominicos dejaron sus huellas en Luzón, cumplieron el mandato del Señor: “Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta en los confines de la tierra” (Hch 1,8).

Una basílica menor es una iglesia elevada a tal categoría por el Papa en reconocimiento de su importancia en la vida de la Iglesia local, así como de su significado histórico, religioso y cultural. En todo el mundo sólo hay cuatro basílicas mayores, todas ellas en Roma, a saber: Santa María la Mayor, San Juan de Letrán, San Pablo extramuros y, por supuesto, la emblemática San Pedro en la colina del Vaticano. El resto son basílicas menores. Pangasinan también es conocida por otra basílica menor bajo el cuidado de los dominicos, el santuario de Nuestra Señora del Santo Rosario de Manaoag, filial de Santa María la Mayor.

Informe de fr. Louie R. Coronel, OP y el Departamento de Medios Sociales de la Provincia Dominicana de Filipinas. Envíenos un correo electrónico a socialmedia@dominicansph.org.

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