Miraculous Draught of Fishes-Bassano (1510-1592)
Los llamados a la acción comunicativa por una Iglesia sinodal
Este artículo reflexiona sobre el ministerio de la comunicación en la Iglesia Católica, inspirado en el Documento Final de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo[i]. A través de esta lectura, se busca ofrecer herramientas espirituales y prácticas para que los comunicadores vivan su misión con mayor profundidad y eficacia.
- El corazón de la sinodalidad. Llamados por el Espíritu Santo a la conversión (Jn 20,1-2).
La conversión nos lleva a adentrarnos en nosotros mismos, a contemplar para dar lo contemplado. La conversión es personal y en clave sacramental tiene su proceso, desde el examen de conciencia hasta cumplir la penitencia. Es decir, tenemos que ser honestos al iniciar la evaluación de nuestras debilidades, fortalezas, amenazas y oportunidades.
Esta actitud implica la “Contemplación”, beber del propio pozo y de las fuentes de agua viva, beber de la acción comunicativa de la Santísima Trinidad, unidad y diversidad. Allí radica nuestra identidad cristiana y nuestra manera particular de relacionarnos con Dios. Por ejemplo, llamados a testimoniar al Resucitado como María Magdalena, Pedro y Juan, cada uno explotando sus dones en la narrativa de la resurrección.
Un tema embrión de la comunicación sinodal, desarrollado y practicado, es la escucha: escuchar al Espíritu Santo, a imitación de la Virgen María, quien pronunció la Palabra que salva al mundo. “La auténtica escucha es un elemento fundamental en el camino hacia la sanación, el arrepentimiento, la justicia y la reconciliación” (55).
Pero el Resucitado no está al margen de nuestra historia. Por ello, se necesita de la mansedumbre y la audacia para la acción comunicativa en la construcción de la comunión, de la paz, sin olvidar que el corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres (cf. EG 197-198) y que “el ejercicio del sensus fidei no debe confundirse con la opinión pública” (cf. 22).
2. En la barca, Juntos. La conversión de las relaciones (Jn 21,2-3)
“La conversión de las relaciones” podría tener como eslogan: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros” (Jn 13,35). El Documento Final invita a una verdadera conversión relacional. El cuidado de las relaciones no es una estrategia o una herramienta para una mayor eficacia organizativa, sino que es la forma en que Dios Padre se ha revelado en Jesús y en el Espíritu. Jesucristo “ha revelado el rostro del Padre saliendo al encuentro de cada persona allí donde está su historia y su libertad. De la escucha profunda de las necesidades y de la fe de las personas con las que se encontraba, brotaban palabras y gestos que renovaban sus vidas, abriendo el camino para sanar las relaciones” (50).
El llamado a los comunicadores es directo: a escuchar con el corazón y cuidar que las relaciones sean dignas y recíprocas, a identificar las relaciones distorsionadas que influyen en el modo de pensar y actuar de las personas. Por ejemplo, el racismo, la discriminación, la violación de los derechos de las minorías, la falta de voluntad para acoger a los migrantes, el descarte de niños y ancianos, etc. (cf. Laudato Si’, 1).
Se hace un reconocimiento especial a las mujeres que se han puesto al servicio de la misión común. Por ejemplo, María Magdalena, a quien se le confió el primer anuncio de la Resurrección; María, Madre de Dios en el Pentecostés que restaura el modo de comunicación de Babel; y a tantas mujeres que tuvieron una forma particular de comunicarse con Dios y con los seres humanos, por ejemplo, Santa Catalina de Siena. Podemos reflexionar sobre cómo nos relacionamos y utilizamos el lenguaje y las imágenes en nuestras publicaciones (cf. 60).
3. “Echar la red”. La conversión de los procesos (Jn 21,5-6)
“Los procesos de toma de decisiones requieren un discernimiento eclesial, que exige escuchar en un clima de confianza, favorecido por la transparencia y la rendición de cuentas” (80). Cómo se evoluciona, por ejemplo, de la cultura de la sospecha a la de la confianza, del secretismo a la transparencia, de la autorreferencialidad a la corresponsabilidad, de los atrincheramientos identitarios al diálogo cordial. Necesitamos ejercitar la sabiduría evangélica para reencuadrar nuestras redes: “Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis”.
Este discernimiento, más que una técnica organizativa es una práctica espiritual porque se basa en la escucha al Espíritu, al prójimo, y se necesita la participación de todos, evitando descuidar los lugares donde Dios habla y sale al encuentro de su pueblo (cf. Gaudium et Spes, 16). Por ejemplo, ¿en los proyectos de comunicación se implica la comunidad?, ¿escuchamos a nuestros públicos?
La transparencia, con raíces bíblicas, “puros de corazón” (Mt 5,8) y “sencillos como palomas” (Mt 10,16), está vinculada a la verdad, la lealtad, la claridad, la honradez, la coherencia, etc. Los comunicadores sabemos bien que “la transparencia no compromete el respeto a la intimidad y a la confidencialidad, la protección y el cuidado de las personas, de su dignidad y de sus derechos, incluso frente a pretensiones indebidas de la autoridad civil” (96). Por lo tanto, podríamos reflexionar sobre cómo contribuimos a la confianza y credibilidad desde nuestros contenidos en los canales digitales. Vale la pena el esfuerzo comunicativo como poderosa herramienta educativa para cambiar esta cultura, dando mayor visibilidad a muchas iniciativas valiosas pero ocultas en nuestras comunidades e instituciones. (cf. 102).
4. Una pesca abundante. La conversión de los vínculos (Jn 21,8.11).
Las redes echadas por la Palabra del Resucitado permiten una pesca abundante. En “la conversión de los vínculos” se respetan la variedad de dones y culturas (cf. 120), se asumen nuevas formas de intercambios y se peregrina hacia la comunión.
Para arrastrar juntos la red, necesitamos estar arraigados y tener una inteligencia contextual que nos permita peregrinar, no sólo con los amigos de la pesca, sino abriéndonos a los demás. Es el proceso del “yo” al “nosotros”. Este es un nuevo desafío. Por ejemplo, ¿privilegiamos el tejido de relaciones y vida comunitaria o los límites territoriales? Los límites atascan. Es mejor convertir los vínculos dando rostro a realidades anónimas, las periferias existenciales, los colonialismos, la marginación.
La Iglesia tiene ya más claro que la cultura digital está cambiando la percepción del espacio y del tiempo, influyendo en las actividades cotidianas, las comunicaciones y las relaciones interpersonales, e incluso en la fe. Se van reconfigurando las relaciones y facilitando la comunicación, pero paradójicamente estamos conectados y a menudo experimentamos soledad y marginación. Este es un campo delicado porque los comunicadores podríamos servir de amplificadores de quienes utilizan las redes con intereses políticos que, manipulando a las personas, difunden ideologías y generan polarizaciones agresivas. ¿Cómo aprovechamos esta oportunidad para servir mejor a la sinodalidad de la Iglesia? ¿Cómo crear vínculos de pertenencia? (cf. 113).
5. “También yo los envío”. Formar un pueblo de discípulos misioneros (Jn 20,21-22)
Para ser enviados hay que ser formados integralmente. El gesto del Resucitado en la acción comunicativa del Cenáculo es el soplo del Espíritu que comienza la nueva creación: nace un pueblo de discípulos y misioneros, incluso los del mundo digital.
Los comunicadores estamos llamados a despertar la pasión por la misión ad gentes, es decir, en el servicio de una comunicación en un contexto concreto. El ámbito especifico abordado por el Documento Final es el impacto del ambiente digital en los procesos de aprendizaje, en la capacidad de concentración, en la percepción de sí mismo y del mundo, y en la construcción de las relaciones interpersonales. La cultura digital constituye una dimensión crucial del testimonio de la Iglesia en la cultura contemporánea, así como un campo misionero emergente. Por ejemplo, cómo afrontamos los abusos de la comunicación digital: el acoso, la desinformación, la adicción, etc. (cf.149).
En conclusión, como comunicadores, somos llamados a ser testigos de la verdad en un mundo necesitado de esperanza. Que nuestras palabras y acciones sean un reflejo de la comunión y el amor de Dios. Recurrimos al Espíritu Santo para que nos ayude a restaurar la comunicación íntima con Dios y con el prójimo. Que en el corazón restaurado sean relevantes la identidad del cristiano, la esperanza que no defrauda, el rostro de Dios, el destino último del hombre. (cf. 14).
El ministerio de la comunicación, inspirado por el Sínodo, es una herramienta vital para construir una Iglesia más sinodal, inclusiva y transformadora, respondiendo a los retos de la sociedad contemporánea con audacia, transparencia y un profundo compromiso con el Evangelio.
Pintura: Miraculous Draught of Fishes-Bassano
Painting by Jacopo Bassano, 1545 (first miracle)
[i] – El sábado 26 de octubre por la tarde (2024), los miembros de la Segunda Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos aprobaron el Documento Final. El Papa Francisco aprobó su publicación. Versión digital español.