Carta del Maestro de la O (Prot 50/20/382) con motivo de la solemnidad de Santo Domingo
Christus in vobis, spes gloriae
Colosenses 1,27
Queridos hermanos y hermanas:
O Spem miram! ¡Oh admirable esperanza! Este es nuestro himno a santo Domingo, padre y primer hermano de nuestra Orden.
Las imágenes habituales que evocan la esperanza son un niño recién nacido, un amanecer radiante, flores y frutos del tiempo de primavera, representaciones de vida nueva y de nuevos comienzos. En este tiempo de pandemia mundial, quizás la imagen que nos daría esperanza sería ¡una vacuna eficaz contra el COVID-19! Así, a otros podría parecerles extraño que nuestro himno de esperanza recuerde el momento en que santo Domingo dejó este mundo, un momento en que los frailes tenían lágrimas en sus ojos en lugar de sonrisas en sus labios:O spem miram quam dedisti mortis hora te flentibus.
Domingo encendió la esperanza en sus corazones porque les prometió continuar ayudando a sus hermanos y hermanas; se comprometió a interceder por nosotros y, por tanto, a permanecer con nosotros a través de su oración. Pero esta es sólo una cara de la historia. La presencia de los frailes orando en torno a su lecho de muerte, debe haber dado esperanza también a Domingo. En ese momento final de la finitud humana, Domingo no estaba solo. La presencia de los hermanos y la presencia prometida por Domingo más allá de la muerte dio a cada uno de ellos esperanza y consuelo. «La palabra latina con-solatio, consolación, sugiere un estar-con el otro en la soledad, que de modo deja de ser soledad».(Spe Salvi, 38).
Les envío la carta del MO (Prot 50/20/382) con motivo de la solemnidad de Santo Domingo. Gracias por enviarla a todas vuestras comunidades/regiones.
Hermosa y santa celebración de nuestro padre!